¡Alma mía! Si no fuera por mis ansias
de vivir la Inmortalidad,
yo no hubiera entendido
canto alguno, que los siglos entonaran,
en su decurso...
Hubiera terminado con mi presencia
a pesar mío,
conviertiendo lo aperente en mí,
en un misterio, sepulto, en las tumbas.
¡Alma mía! Si yo no me hubiera bañado,
con mis lágrimas, y sombreado
mis pupilas con el "cohl",
habría vivido ciego, sólo
vería el rostro de la oscuridad.
¡Alma mía! El vivir no es más que una noche,
que cuando más avanza en su carrera,
más cerca está el Alba.
Y el Alba es eterna; mas en la sed
de mi corazón, está la Verdad:
de que en la copa de la Muerte
hay ambrosía.
¡Alma mía! Si dice el estulto
que el espíritu es efímero, como el cuerpo,
y que todo lo transitorio y moral es extinguible, dile que las flores
se marchitan y mueren, mas sus semillas,
quedan, y en ellas está el Secreto
de la Inmortalidad.
Khalil Gibran